En los últimos años, San Sebastián, una ciudad del norte de España, se ha convertido en una meca para los amantes de la comida. Y los pinchos, una versión vasca de las tapas, tienen mucho que ver.
San Sebastián, con 150.000 habitantes y situada en la costa del Golfo de Vizcaya, cuenta con más de 200 bares de pinchos y da la impresión de que todos los días se abre alguno nuevo. No es una decisión fácil de tomar. A diferencia de las tapas españolas, la preparación de los pinchos (pintxos en euskera) puede ser muy complicada, por lo que también se les denomina “cocina en miniatura”. Aunque también se sirven con bebidas, por ejemplo, vino, jerez o cerveza, los pinchos son platos fríos o calientes por propio derecho, solo que en miniatura. Son la expresión de una actitud ante la vida que combina sociabilidad y pasión por la cocina excelente.
La palabra “pincho” significa brocheta y hace referencia a que los elementos individuales del plato se suelen sujetar entre sí o clavar en una rebanada de pan utilizando un palillo de madera o plástico. Cada bar de San Sebastián prepara sus pinchos de una manera ligeramente diferente, incluso los platos clásicos y tradicionales, como la “tortilla de patatas”, el bacalao desalado y las albóndigas en salsa de tomate. Cuando se suman estas innumerables especialidades, el total representa unos cuantos miles de pinchos.
Como ejemplos, se pueden citar:
El “Bernardo Etxea” en el casco antiguo de San Sebastián, que es famoso por su pincho “Gilda”. Se compone de tres guindillas y una aceituna en un pincho, envueltas en anchoas muy suaves de Getaria, un pueblo que se encuentra a tan solo 20 kilómetros de distancia. Es ligeramente picante y salado, y muy refrescante. El dueño del bar le puso a su creación el nombre de la cantante de night-club Gilda, que aparecía en la película de 1946 del mismo nombre, dirigida por Charles Vidor. El pincho es tan apetitoso, desconcertante y conmovedor como la protagonista Rita Hayworth.
En “Munto” ofrecen en la barra pequeños platos de pechuga de pato asado con salsa de albaricoque. La combinación de la carne tierna, jugosa y especiada con la salsa agridulce de frutas y el jerez seco ¡es un placer para los sentidos!
La “brocheta de riñones” en el “Gandarias” es un pincho de riñones de cordero lechal, sutilmente sazonado con un toque de ajo. Y un vaso de vino tinto “Tintilla de Rota” para acompañarlo. ¡Delicioso!