Veranos calientes y cortos, inviernos largos y duros, escarpadas montañas, tierra árida y mucho viento: esta región al pie de los Pirineos sigue siendo un enclave secreto entre los conocedores del vino.
La tierra de color marrón rojizo es seca, llena de arena, grava, guijarros y matorrales, y huele a romero y piedra caliza. En la distancia, hacia el norte, se puede apreciar el tenue brillo de las laderas cubiertas de nieve de los Pirineos, las colinas y los valles entre los que se encuentran largas hileras de vides. Esta región tranquila y apartada, totalmente desconocida por la industria del turismo, es una de las regiones vitivinícolas de España más interesantes: Somontano, que significa “debajo de las montañas”. Sus 4.500 hectáreas de viñedos (que forman parte del total superior a un millón de hectáreas en toda España) se encuentran, en promedio, a 650 metros sobre el nivel del mar (similar al de las regiones vitivinícolas de Argentina). A finales del siglo XIX, los viticultores de la región de Burdeos plantaron en esta región los primeros viñedos que llegaron a alcanzar 100.000 hectáreas, hasta que fueron destruidos por la filoxera. Las cooperativas de viticultores franceses, respaldadas por subvenciones de los fondos de las cajas de ahorro españolas, revitalizaron la región en las décadas de 1960 y 1970. Con su estricta gestión de la calidad, las bodegas Viñas del Vero, Secastilla y Blecua, dirigidas por el enólogo José Ferrer, han ejercido una acusada influencia en esta región vitivinícola en los últimos años.
En la región se cultivan principalmente variedades de uva roja clásicas, como Tempranillo, Garnacha, Cabernet Sauvignon, Merlot, Syrah y Pinot Noir. En las variedades de uva blanca predominan Macabeo, Garnacha Blanca, Alcañón, Chardonnay y Gewürztraminer. Debido a la tierra y el clima, los vinos tintos son intensos, potentes, afrutados con notas de bayas y de color oscuro. La Garnacha es monovarietal; los demás tintos son vinos base. Los vinos blancos muestran también un gran carácter e intensidad: el Chardonnay es suave y tiene una acidez fresca, mientras que el Gewürztraminer, posiblemente el mejor de toda España, tiene un intenso aroma de rosas y resulta un aperitivo perfecto.